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RAMBO: El Veterano de la Derrota.

Importante revisión de un americano que también perdió una guerra.

Una reivindicación a Sylvester Stallone y su menospreciado talento.

El Artista del Desastre

Publicado: 2021-05-09

Nos pintaron al "semental italiano" como un monigote ochentero musculoso que solo hacía películas de superacción con el ánimo de entretener y hacerte apagar un rato las neuronas. Nos dijeron que era un tieso, un mal actor, que sí, es simpático, pero no tiene talento. ¿La gente que dice eso nunca ha visto Rocky?¿Nunca ha visto Creed? Y sobre todo, ¿nunca ha visto Rambo? 

EL RETIRO DE TROPAS

Por estos días he ojeado asiduamente el programa de Bayly, el ex francotirador, show transmitido desde Miami que informa sobre la coyuntura norteamericana. Y el panorama es desolador. En teoría fue un éxito, una tregua gringo-talibán, un "acuerdo de paz" entre distintos intereses. Pues todo es, evidentemente, una falacia. El retiro de tropas fue un desastre y la ignominia en la que está sumida la milicia estadounidense es de antología. Y no es para menos; muchos de esos muchachos deben evocar un sentimiento aprendido en la escuela, el amargo sabor de saberse derrotado.

El 29 de marzo de 1973, Estados Unidos completó la retirada de los últimos 4300 soldados de Vietnam, ordenado por Richard Nixon. ¿El premio? un "bien hecho, hijo" y una palmada en el hombro, recompensa por años de lucha, muerte y sangre. No hubieron héroes en esa guerra. No los hay en ninguna. Los crímenes vinieron de ambas partes. ¿Hasta qué grado puede un civil como yo o como- probablemente- tú estirar su comprensión, su empatía, para asimilar lo que vivieron estos muchachos? Teniendo en cuenta que, por lo menos yo, jamás he visto morir a alguien frente a mis ojos, mucho menos cómo estalla en mil pedazos por una granada, o torturado hasta la muerte, etc. Bueno, para eso está el arte, ¿verdad? Para ejercitar ese músculo casi ignoto y latente que nos diferencia de los androides (como diría Philip K. Dick): la empatía.

RAMBO

El boina verde John J. Rambo vivió el horror de la guerra, vio a sus amigos morir, a su nación perder, a su gente sufrir, ¿y qué recibe a cambio? Frialdad. Rechazo. Incomprensión. 

Con la esperanza de reunirse con su único compañero de brigada vivo, llega a un pueblito llamado Hope. Al preguntar por él, le revelan que el cáncer llegó primero. Hasta entonces es mala suerte, pero el Sheriff Teasle y sus compinches se deciden a no dejarlo en paz, y liberan a la bestia.

A diferencia de la novela en que se basa, en la que Rambo se dispone a matar a todos (civiles incluidos), la película maneja al personaje con sutileza, incluso hasta con honor, por huachafo que eso suene. Rambo no es un asesino; huye del escabroso deseo de la muerte, él solo busca estar en paz.

MÁS QUE UN"HÉROE" DE LA ERA REAGAN

Durante los ochenta, los héroes de acción de la llamada "era Reagan" eran prototípicos: patrióticos, musculosos, invencibles, ganadores, siempre ganadores (Rocky IV); nada que ver con el cinismo sublime de los setenta, que retrataba a los veteranos y su descenso a la locura a causa de los traumas con una maestría que alcanzó su clímax con Scorsese y su Taxi driver. Si bien físicamente Rambo calza con el estándar, el guion (pulido por el mismo Stallone) conduce al personaje a través de un páramo boscoso en una persecución que revela su naturaleza de hombre de guerra. Ése es él. Ése es su hábitat. La guerra es su hogar y él lo sabe. El constante hostigamiento del Sheriff y sus ataque hacia el joven John son alegóricos, Teasel es un veterano de Corea (se ven sus condecoraciones en su oficina)- que, si bien no fue una victoria desde la formalidad, Corea del Norte depuso las armas ante la amenaza de un posible ataque nuclear; se rindió, en otras palabras), mientras que Rambo lo es de Vietnam; por ende lo ve con menosprecio, incluso con decepción. El vago que ve en él personifica la derrota. De eso se trata realmente la cinta, de una sociedad que rechaza con un "bien, gracias" a sus guerreros.

RAMBO HOY EN DÍA

El legado del trauma del soldado John Rambo ha inspirado obras que van desde Happy Three Friends hasta la serie The Punisher; el clímax de la emoción que evoca está retratada durante los últimos cinco minutos del filme, con un monólogo que destruye al personaje e interpela sobremanera al espectador -en mi caso,  estuve al borde de las lágrimas-, cortesía de una contundente interpretación del siempre injustamente menospreciado Sylvester Stallone.

Vietnam, Afganistán; sea cual sea la guerra, le agradezco a Rambo el haberme brindado esa cuota de empatía tan necesaria, especialmente en momentos como este, en que a la nación más poderosa del planeta regresa, abatida, una nueva generación de veteranos de la derrota.


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