#ElPerúQueQueremos

Una Chica, un Gato y un Bailarín.

Bajo la mirada de un polígrafo autodidacto.

Publicado: 2021-11-04


Existió un personaje, en este país, supremamente ilustre, cuya genialidad contagiaba las ganas de saber, de leer, de aprender. A este personaje, tan polígrafo y tan autodidacto como él solo, le gustaba hablar de sexo, de cultura, de lenguaje, de literatura y, entre muchísimos otros temas, del amor. Cuando Marco Aurelio Denegri dejó este mundo, Penguin Random House publicó bajo el sello de DEBATE "Sexo, amor y otros placeres de la lengua", un pequeño libro que reúne cien columnas que el buen MAD escribió para El Comercio. Mas allá de lo enriquecedor que resulta leer ese volumen, los temas ahí estudiados tienen el eje central del pensamiento; y algo en lo que Marco Aurelio pensaba mucho era en el amor.

Extraña cosa, ¿no?, el amor.

De Buenas a primeras, Denegri nos plantea una visión pesimista as fact, hablándonos sobre el odio, que podríamos pensar como el oxímoron del amor, pero que se relacionan gracias a la evolución biológica. Así es el asunto: tenemos tres cerebros, el reptiliano, el emocional y el neocortical. De este último depende el sentimiento que nos pinta de rojo el alma, pero, dice Denegri, dicho órgano tiene una vida (en la línea evolutiva) que no pasa de los ochenta o cien mil años, mientras que los otros dos cerebros -de los que depende el odio- son doscientos millones de años más viejos y más sabidos. He ahí el porqué se nos hace más fácil odiar que amar.

Pero...¿fue odio lo que motivó a la actriz Melissa Paredes a ponerle un par de terribles adornos al "gato" Cuba? ¿Fue el neocórtex lo que la impulsó a propinarle un ósculo en su auto en un estacionamiento al bailarín con quien comparte escenario en el programa de la "Señito"? No lo sé. Asumo yo que ni ella lo sabe. Es probable. Ya que tomar la decisión de serle infiel al padre de tu hija...pues fácil no debe ser. Quiero creer que no. Dejando de lado ese tema, la presión mediática fue atronadora, rocambolesca incluso. Hay quienes la apoyan, hay quienes la odian -la mayoría- y hay a quienes les da lo mismo.

No es inusual la desmesurada atención que se le ha brindado a este tema; los interminables minutos en la tele, las portadas de diarios, los memes, los tiktoks, los stickers de Whatsapp, etc. Claro, lo que podría ser una oportunidad para debatir sobre la naturaleza del amor y las implicaciones morales de la infidelidad, se deja de lado para caer en el cliché de decir que "el gato ya no es gato, ahora es toro". Equisdé, supongo.

En este país adoramos la ramplonería. Prueba de ello es que la puppet master detrás detrás de este chongo, la tía Magaly, llegó a 28 puntos de rating, en los sectores A y B, nada menos. Osea que mientras las gentes más humildes están sufriendo la subida del dólar, las seños pitucas de Book Vivant que exigen a gritos que se bote al tacho el libro de Sagasti, se relamen viendo la desgracia más reciente de la fauna cholywoodesca.

Vaya momentos difíciles deben estar atravesando los implicados. La chica, a quien le ha caído de todo -incluyendo un séquito de urracos que la tienen vigilada en su casa como si fuera el GEIN persiguiendo a Garrido Lecca-; el gato (¿o toro?) Cuba, que ve destruido su matrimonio -al menos mediáticamente, ya que creo que luego se amistaron...en fin- y hasta el bailarín, a quien he visto que acusan de haber pasado el dato de dónde se iba a encontrar con Melissa, evidentemente con la intención de que los "ampayen", como si fuera la Rulitos emboscando al chato Hildebrandt.

No sé cuál será la exigencia de aquellas huestes de la moralina -esas que osan tirar la primera piedra, con descaro- para con Melissa. Lo más "lógico" -y anacrónico- es que "todo vuelva a la normalidad", "por el bien de la niña". Al diablo con eso, hoy en día lo más sano sería que se dejaran ir, pero claro, el Perú vive en otro siglo. Si ese es realmente el deseo (la obligatoriedad de la unión), pues resultaría de lo más tóxico. Un Gone girl en la vida real (los que vieron el final de la película lo entenderán).

¿Pero existe ese deber? ¿el deber de amar? Nuevamente recurrimos a MAD, que lo que hace en su libro es citar a diversas personalidades (Russel, Kant, etc.) y comulgar con ellas en la no obligatoriedad del amor al prójimo. Depende enteramente de la voluntad. Así que es voluntad de Melissa amar o no al gato-toro. Voluntad del bailarín amar o no a Melissa. Voluntad del gato...¿amar al bailarín? ¿Y por qué no? ¿Que nadie ha considerado la posibilidad del poliamor? ¿No vieron el videoclip de Skillbea dirigido por Cinesmero? ¿Qué tendría de malo ese What If...?

Bueno, entiendo que ese es otro debate, dejémoslo para otro día. En fin, que viva el amor y que muera Magaly.


Escrito por

El Artista del Desastre

Microcomercializador de contenido.


Publicado en

Crónica del Desastre.

Escritos, opiniones, intentos de análisis de un pata que quiere hacer cosas.